A LAS SEIS
Ella siempre estaba esperándolo en la sala de estar donde nunca faltaron los Girasoles. El reloj de péndulo dejaba sentir su tic tac lentamente después de la seis de la tarde, acompañandola en la espera. Hasta no sentir su presencia no se alejaba del lugar, sabia que debía llegar porque siempre lo hacia; lo mas tarde que lo escucho entrar fue un día antes de las once de la noche llevando un ramo de sus flores preferidas.
A pesar de que Él nunca se fijaba en Ella, jamas perdió la esperanza, por eso nunca se fue del lugar, siempre estaba allí. A si fue que pasaron los tiempo del cometa sin que nada diferente a lo de todos los días sucediera. Él siempre llegaba después de la seis de la tarde y salia en la mañana. Nunca se daba cuenta que Ella siempre estaba ahí aguardando que la reconcociera que se la llevara en sus ojos y asi hubiera descubierto el amor que le pertenecia mas alla del color de los sueños y los espacios, que se detuviera para encontrarla cuando pasara a su lado, pero esto nunca sucedio.
Pasados los tiempos del calendario, un día cualquiera de esos en que todo y nada puede pasar, Ella Murió. Él había llegado ese día con las flores que le gustaban y que durante años Ella esperaba recibir, resuelto a hablarle y decirle que la amaba que siempre la había visto allí sentada esperando, que nunca se atrevió a mirarla esperando, siempre esperando que Ella le hablara.