jueves, 2 de diciembre de 2010

DE DIA
Era de dia y había dejado todo para mañana, no comió, no se vistió  y no volvió a dormir, estaba esperando que  amaneciera una vez mas. Al despertar y mirar el calendario sintió que había llegado el momento de deterse en su cuarto de color blanco, no quería hacer nada que pudiera dejar para el otro día, simplemente se sentó en la cama y no se movió. Estaba solo como estuvo siempre en su vida y solo lo acompañban las cuentas por pagar y las cartas que nunca envio. Llovía y hacia sol, todo olia a tierra y vegetaciòn. Las voces parecían quietas, no se atrevían a entrar, estaban detenidas a la entrada de las puertas y ventanas de la casa, se dibujaba el silencio en el lugar desvestido de recuerdos, no había nada que hacer, salvo aguardar a que pasara el tiempo; su único propósito era observar al reloj de arena que iba desocupandose lentamente, anunciando que el tiempo se estaba yendo y  en pocas horas amaneceria y seria de día, la espera estaba disminuyendo y la ansiedad crecia, hasta el momento en que este hombre de estatura pequeña y ojos negros, quedo paralizado y su rostro cambio de expresión, al sentir y  ver caer lentamente al suelo el viejo reloj de arena de la familia. Eran las 10 de la noche y no volvió a amanecer.

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