viernes, 8 de abril de 2011

INVERNADERO

HÁBITATS
525 - MARÍA DE LA MAR














Cuando cierro mis ojos
te respiro y entras en mi cuerpo,
te veo y
se desvanece mi piel en lo cotidiano
y los dedos, estos dedos, mis dedos,
te desnudan a la sombra de los abedules
con el pincel del tiempo.
Ahora,
pequeñas extensiones de mi tierra
albergan
mi alma inmigrante de todo tu cuerpo,
convertido en
dialogo de sentimientos y ventanas
abiertas.
Nada que decir,
es un día para acariciar tu voz
con la sombra de mi piel
abrazada al tiempo de tu reloj,
es hora, si, es hora
de tornar a lo cotidiano, a lo de siempre,
y dejarte descalzo a la entrada
de mis labios,
sin medias y sin zapatos
y sin esa charla de las 10 de
la noche para poder continuar caminando
a la luz de las velas, apagando
los bombillos de todas las
esquinas y parques, total oscuridad,
para seguir desnudando tu cuerpo
de caracol, pero...
Volver a repetirlo...Decirte que te amo,
oigo mi voz en el silencio y el ruido
del aire toca mis manos de piel desnuda
y
sin lugar a dudas, lo acepto:
me agrada recorrerlo tan despacio
que a veces aun no he empezado
y ya no esta a mi lado,
pero eso no es  importante,
los recuerdos no se refunden
están tan presentes como el día,
y continuo repitiéndome, me relajo y dejo que
mis palabras recorran todo mi
cuerpo, pero por dentro y lo empiezo a sentir
naciendo desde el centro de
mi vientre y  vuelvo a decirme:
como me gusta detenerme...
aquí, precisamente en ese momento
cuando mis ojos se entreabren y pienso,
este puede ser mi mejor acto de amor...
Entonces  repito y grito y lo pego en las paredes...
Eres mi mejor y única costumbre de amor,
en este campo de girasoles
y días cotidianos...
Apago la vela y el bombillo
y cierro el postigo de la ventana...
Y me duermo pensando que
eres mi mejor y único poema de amor.

Seguidores