martes, 11 de agosto de 2009

TUS MANOS Y MIS MANOS NUNCA SUMARON DIEZ

SOMBRAS
Como me gusta mi
desnudez
cuando pienso en la espera
y las despedidas.
Ahora solo cuento con espejos
y frases de papel.
Otra vez
empiezo a morir
y a resucitar
cuando lo veo alejarse
despacio,
como si no me viera,
como si fuera transparente,
invisible,
¿y es verdad?
nunca vio, ni se dio cuenta
que estaba desnuda.

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