viernes, 23 de noviembre de 2018

POR UNA NOCHE

AHORA
Era un tiempo de caracol.
Me miro con los ojos desapasionados y se despidió
sin ningún afán.
Lo mire y las lágrimas se dibujaron en mi rostro, me dije:
Estaba tan desvestida de amores  cuando lo encontré en el camino.
Estaba tan desprovista de sueños y madrugadas en compañía.
Estaba tan olvidada de amores que aun no entiendo porque se adhirió
a mi vientre.
Era un instante que comenzo en febrero de cualquier año y tiempo.
Era un intervalo de laberintos cuando empecé a presentir que su ausencia
construía canales de esperanza en mi rostro.
Era una edad maquillada por puertas y ventanas cerradas para los encuentros.
De repente el mundo conspiraba con preguntas.
¿Que cuando advertí su existencia?
¿Que porque lo recuerdo?
¿Que cuando me di cuenta que podría gustarme hasta la desesperacion?
¿Que cuando comprendi que me faltaba su presencia?
¿Que cuando vi su cuerpo, su piel, sus ojos, sus labios?
¿Que desde cuando duermo sin su olor en la habitación?
¿Que si estoy  segura que El me reconoce entre sus jugos de sombras y luces?
Las preguntas se agolpaban y no dejaban de susurrar.
Estaba inundada de oscuridad  y desierto.
Yo sabia la verdad pero la disfrasaba como si fuera la gran fiesta
de disfrases, donde todos jugaba a descubrir el personaje.
Y magicamente la respuesta muda se apodero en mitad del juego,
queriendo vestir mi cuerpo con su desnudez.
El, estaba deshojado por frases que caminaban
entre sus labios y las luces de un amanecer lejos de mi piel.
Había respuestas de pompas de jabón.
No las quería.
El, no se había marchado,
solo estaba escondido hasta el próximo encuentro
porque yo así lo quería.
Era un tiempo de caracol.

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