miércoles, 19 de junio de 2019

GUIJARROS

LOS AÑOS
Los años nos recuerdan y nos olvidan.
Hay abandono en el juego
de los placeres de la galantería.
Se llenan de miedo nuestras manos
y la existencia quisiera volver a repetir
ausencias y llegadas en medio de la costura y el
fino hilo de los elogios.
Cuando nos asomamos por la ventana
en la calle los círculos vividos,
ellos caprichosamente se parten
en casas, puentes y espacios huérfanos de abrazos.
Nacen invitaciones  de reconciliación sin vestidos de novia.
Desaparece  de la comisura de los labios
ese ser yo mismo entre lágrimas, risas y biografías
heredadas.
Las lagunas de nuestras pieles están sentadas a la espera
del sueño.
Se visten las esperanzas  entre campos y  oportunidades de rosas
y los corazones de los crisantemos nos miran
y se convierten desde la magia del amor en espacios blancos.
Hay diminutas sombras en un sin misterio
que camina entre cuerpos,
nuestros cuerpos,
sin equipajes y flores en el jarrón.
Ahora cuando los años nos revelan,
y nos invaden lentamente como en esos primeros
encuentros en el amor,
aparece un porta retratos encima de los sueños
lleno de imágenes de un pasado,
con  tiendas confundidas  con olores repletos de la artesanía
de nuestros jóvenes cuerpos jugando a querernos a las escondidas.
Entonces nos encontramos
con la línea vertical de nuestra armonía global
donde continuo pensando que tu cuerpo siempre me ha  quedado  bien.

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