viernes, 16 de agosto de 2019

GUIJARROS


HUELGA
¿Dónde está el hombre que yo amo?
Aquel que me desnudaba con el solo deseo.
Y aquellos momentos en que nos aprisionábamos
 en el desorden del amor, entre besos y
caricias que dolían cuando se dejaban
para después.
¿Dónde están esas caricias que no se repetían?
Tengo espacios reservados para el encuentro
y la inasistencia de  besos en mis labios
y nuestras manos inagotables, caminando, corriendo
y apretándonos en el encuentro,
¿En qué enfrentamiento nos perdimos?
Extraño tu cuerpo con olor a durazno desdoblado en mis caderas,
pareciera  que se han refundido infinidad de segundos
en el olvido,
con la prisa de las mañana y los hijos,
con el trabajo de todos los días y su cansancio,
con los fantasmas y los juegos de mesa y cantina.
Mi cuerpo está en paro, hay huelga en las emociones.
No se desprenden las manecillas del reloj cuando nos desnudamos.
Encuentro que nos roba  el sueño a nuestros cuerpos.
Quedan quietos, olvidados los unos de los otros
y todo permanece en ese silencio
de las madrugadas y los niños al colegio.
Lo oigo en esos espacios pegados, en el saludo entre sabanas y despertares.
Lo observa mi cansancio de estambre y pistilo,
cuando ayuda  a vestir las mañanas de nuestros hijos
y sus llamadas tienen frases hermosas y flores de jardín,
pero ese olor, que nos seducía
y nos obligaba a adelantar las manecillas del reloj
a perdido su rumbo de copas y vino,
de baile y pasiones atrevidas en la escalera de los caminantes.
Dejamos esfumar entre las rendijas, las pasiones,
y nos volvimos sin darnos por enterados
en respetados:  señor y señora.

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