viernes, 3 de julio de 2009

CONTRA EL MURO

DESENCUENTRO
Veía caer las hojas en la puerta de
su casa de lata y cartón.
3 por 8  sin ventanas y con miedos.
Su cuerpo quería  poner fin al dolor de viajante
 y al consuelo de ser residente de llantos y lamentos.
¿Qué contar?
Hemorragias y quemaduras desérticas
se reproducían en su vientre de colores.
¿Porque estoy viva y no muerta?
Había dicho esa mañana comiendo un trozo de
pan con sabor  a vivienda gratis.
Había sido soñada entre amenazas
y gestos de cariño obligados.
Su historia pertenecía a lágrimas dormidos en canastos
y madres abusadas a espaldas de amor.
Estaba ahogada en las trochas que nadie ve.
Amaba los pasos de la soledad,  
sumida en el disgusto de voces y lamentos,
en días y noches que la  perseguían  sin fronteras,
sentía que había llegado la despedida para su existencia
de greda y arcilla.
Necesitaba una salida al mar,
necesitaba las flores de un jardín,
necesitaba la presencia de un reloj de horas
en un pueblo de puertas abiertas.
Sus sueños y su cuerpo migraba en total silencio
entre banderas e himnos nacionales y escaleras de olvido.
Las esperanzas la habían atrapado en los adioses.
Su casa olía a  guerra de alcohol, droga y pobreza,
ya no podía, ni quería respirar, y su corazón
juguetón estaba completamente quieto.
Su cerebro había dejado de responder
y abrazaba la calma.
El cansancio y la espera de caracol,
la habían obligado a saltado al vació.
La brisa, se había llevado sus despedidas,
ya no se apoderaba de su
alma los miedos y las frases que  cobijaban
caminos con olor a fatiga.
 Partía  en calma.

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