martes, 25 de diciembre de 2018

POR UNA NOCHE

INMORTAL
Como me deleita mirarlo,
recorrerlo,
escribirlo,
reinventarlo,
amarlo a sus 44 años,
acumular sus miradas perdidas,
desearlo hasta perder la cordura,
apetecerlo pintando el color de su vida,
antojarme de sus miedos hilvanadas a mis frases,
soñarlo hasta despertar.
Como me cautiva,
conocerlo todo sin tener su piel desnuda entre mi piel,
el rostro, su rostro que me deja leer laberintos escritos por el anteojo de la pasión,
sus rasgos, bañados en ingenuidad y circulo de estudiantes,
ese hombre que no se copia, ni se repite y puedo recorrerlo sin apuros.
Como me agrada
el paisaje y la composiciones de un periódico que se deja leer entre sus manos,
que se descubre entre mis hombros y mis senos desnudos,
el buen tiempo que teje mis fantasía con su cuerpo que se deja recorrer entre la mitología y las luces.
Como me atrae
su caminar tímido, audas y seductor que se deja acunar en su cuerpo,
la  sabana de su existencia desnuda de adornos que desviste mis ojos,
raptar esa sensualidad escondida en sus cejas y esa puerta de labios abiertos,
aislarlo, llamarlo desnudo por su nombre y convertirlo en mi patrimonio,
saquear de su ropaje su piel oculta y  refugiarme en su cuerpo,
deambular entre su paredes humedecidas en el taller de sus imagenes,
contemplar el paisaje de su rostro cortesano escondido en su mirada oblicua.
Como me embelesa
contemplar la luminosidad del borde de sus labios desnudos abrazados al brillo naranja de los amaneceres envueltos con sus dedos,
coleccionar encuentros que se tornan internacionales  en los poemas que me desnudan desde adendro,
reproducir su indiferencia en hermosas flores del amor como el Agapanto.

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