sábado, 7 de septiembre de 2019

ARCILLA Y MOLDE

EL LILA
Ella era diferente a la dueña del bar naranja, se acuerdan de Ella,  cuando tenía un nuevo amante cambiaba de color su negocio.
Aquí el caso era diferente.
Ella la de esta historia que fue verdad, me gusta aclararlo para que no crean que sea solo un cuento.
Cuando estaba desprovista de amores usaba el color lila, en una tela suave que se resbalara delicadamente por todo su cuerpo y le llegara hasta la mitad de la pierna, sin que se dejara percibir como se alargaban cuidadosamente, muy despacio hasta su cadera y se compenetraban con su sexo delicadamente adornado con ropa interior de color negro, que conjugaba con su piel atrapada en un color blanco brillante que no dejaba que sus amantes en la oscuridad perdieran su cuerpo.
En la ciudad la noticia había cruzado las fronteras del silencio, todos se habían dado cuenta del cambio de Ella.  Se percibía sin equivoco alguno en su forma de vestir. Una vez más ese color, y su pelo recogido suavemente sobre la nuca en forma de trenza redondeada, sus labios sin pintar, sus ojos de ese azul profundo que se confundía con su rostro por la ausencia del color negro de sus cejas que acostumbraba pintar con suma delicadeza, y hay que recalcar que los zapatos eran negros totalmente planos que no insinuaban que esas piernas pudieran despertar alguna pasión con su movimiento debajo de los vestidos lilas que ahora había vuelto a llevar puestos.
Los hombres lo sabían… por eso el día de la inauguración, había infinidad, podría decirse sin exagerar que la ciudad se había volcado en este sitio, salvo una dama de ojos verdes y pelo negro ondulado que caía sobre sus hombros sin pedirle permiso a nadie, hacia parte de esta multitud de hombres. Lo verdaderamente encantador de esta mujer era su sonrisa. Tanto es así que no he podido acordarme de su cuerpo, cuando llegue hasta su sonrisa no vi nada más y supongo que fue lo mismo que le paso a <<<Ella.
Hacía cinco años que había cerrado su negocio de amasijos, los mejores de la ciudad decían todos, por eso, esa mañana parecía que estuvieran regalando plata, la fila era interminable, todos murmuraban, hablaban, y estaban felices una vez más.
De repente sin ninguna razón, en menos de media hora el local volvió a cerrarse.
Que pasa, decían todos hasta disgustados, había hombres desde las 4 de la mañana haciendo fila, se decían para que anuncie la apretura si lo iba a cerrar tan pronto…
De repente se escuchó una voz que dijo… se volvió a enamorar.

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