SIN ÉL
Era un lunes a las 7.30
de la mañana del mes de agosto cuando el medico les dijo a sus hijos que esas lágrimas que no dejaban de rodar por su
mejilla y ese estado de ausencia que se tejía en su mirada, no sabían que las ocasionaba, que parecía
enferma del alma, pero que todos los exámenes no hablaban de enfermedad
diferente a la que la acompañaba desde hace muchos años sin dar tregua en su
caminar.
Llevaban de casados
aproximadamente 30 años cuando Ella comenzó a perder la memoria. Él era y fue
su único hombre, en tanto Él acostumbraba recorrer las habitaciones y los
cuerpos a su antojo.
Habían transcurrido 10
años olvidando imágenes, sueños, palabras y caricias dejándolo autorizado para
continuar sin su compañía, ocupando la misma habitación y sabanas alejadas de
sus caricias y saludos de las buenas noches. Los tiempos no se detienen y todos
nos despedimos. Era un lunes de agosto 7.30 de la mañana cuando anunciaron su
muerte en el hospital, después de una semanas de intenso dolor por la
enfermedad que lo aquejo en esos últimos momentos.