miércoles, 7 de agosto de 2019

MOLDE Y ARCILLA


SIN ÉL
Era un lunes a las 7.30 de la mañana del mes de agosto cuando el medico les dijo a sus hijos que esas  lágrimas que no dejaban de rodar por su mejilla y ese estado de ausencia que se tejía en su mirada,  no sabían que las ocasionaba, que parecía enferma del alma, pero que todos los exámenes no hablaban de enfermedad diferente a la que la acompañaba desde hace muchos años sin dar tregua en su caminar.
Llevaban de casados aproximadamente 30 años cuando Ella comenzó a perder la memoria. Él era y fue su único hombre, en tanto Él acostumbraba recorrer las habitaciones y los cuerpos a su antojo.
Habían transcurrido 10 años olvidando imágenes, sueños, palabras y caricias dejándolo autorizado para continuar sin su compañía, ocupando la misma habitación y sabanas alejadas de sus caricias y saludos de las buenas noches. Los tiempos no se detienen y todos nos despedimos. Era un lunes de agosto 7.30 de la mañana cuando anunciaron su muerte en el hospital, después de una semanas de intenso dolor por la enfermedad que lo aquejo en esos últimos momentos.

Seguidores