martes, 2 de febrero de 2010

ARCILLA Y MOLDE

OASIS
No dormía. La música era la forma de maquillar el tiempo en la pensión de San Alejo, no dejaba de repicar como lo hacían las campanas todas las mañanas llamando a sus feligreses a la oración. El dueño era un hombre joven, escondido en sus anteojos alargados y su piel silenciosa. Era el dueño de la única pensión del pueblo y sus dos únicas habitaciones, llenas de añejados y mal olientes recuerdos. Este hombre pálido inundado por la mugre, permanecia horas enteras conversando, sin sueño ni cansancio de ELLA, quien lo había abandonado una noche de tedio y fustraccion. Dicen que Él perdió el juicio un amanecer. Todos los días se sienta a la entrada de la casa donde ella habitaba, en espera de verla salir para saber la razón de su abandono. ELLA, vivía en la única y mejor pensión del pueblo, la mejor panadería, la mejor cantina y sobre todo la AMABA.
Todos en el pueblo en sus tardes de murmuracion, comentan en silencio, que ELLA tenia la razón, ¿Quien podía vivir con un hombre que no duerme?

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