domingo, 2 de diciembre de 2018

POR UNA NOCHE

VAPOR Y DESEO
Sentada caminaba hacia El.
Estaba tan lejano que su sonrisa se estravio entre la gente.
A través de los ventanales se sentía bostezar a la ciudad
y el calor se apoderaba de todos.
El vapor  del ambiente cambiaba y danzaba dentro de los vestidos
generando espirales de tormentas.
Ella era la única que permanecia tranquila, anestesiada por los olores del encuentro.
Sus ojos se resbalaban por las diminutas rendijas esperando verle
y su respiracion vigilaba apoderada de emociones y sensaciones
que desnudaban su sangre inundándola de calores y delicados placeres.
En tanto el tic tac del reloj implacable continuaba
su recorrido impasible dejando que la tarde
fuera poseída despacio por la oscuridad que sin prisa alguna
iba adueñadose de los rayos del sol que se dejaba dominar
sin ningún reproche.
Ella no escuchaba como se desbordaba  de quejas todo a su alrededor,
ahora estaban congelados y  cansadas  sus pasiones que en espiral
murmuraban por la espera habitada
por el frió que se colaba por la infinidad de ranuras del viejo ventanal.
Ella permanecia  callada entregada a sus pasiones adormecidas,
adheridas  a la desnudes de su cuerpo cubierto por la lluvia cálida.
Había caos y calma aguardando sin reprochar nada.
Los caminos de su existencia se entrecruzaban con el suelo aprisionado
con los encuentros de su imaginacion.
Con ese desasosiego  que transitaba adentro muy adentro que la axficiaba
dejando su cuerpo desnudo y humedecido que reclama sus caricias
empapadas por la humedad del aire que le quitaba el aliento
y sus paredes  eran poseída por gotas de vapor que el aire dejaba
a la entrada de su cuerpo callado y a la espera.
Ella continuaba sentada, tan solo esperaba.
Era tarde...
Los poros de su piel empezaban ha derramar gotas que resbalaban
por su cuerpo caliente y húmedo que rememoraba esos días de otoño
que haba sentido en sus sueños, con la infinidad de hojas de colores
arropando la tierra hasta desaparecer.
Hubo un silencio que la despojo de sus pensamientos.
Ahí estaba frente a Ella. Taciturno, con sus ojos muy cerca de sus labios.
Por vez primera le habían hablado sus ojos negros.

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