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Le
dispararon el día que hacia su lanzamiento
para la alcaldía de su pueblo arropado por las lomas que se dejaban
seducir por los surcos que dejaba el
campesino con su animal de carga en el llamado camino de herradura.
-El ciego
del pueblo le digo a la policía que Ella sabían quién lo mato…
Se hizo un silencio insospechado, lleno
de miedos sordos y minusválidos. Todos sabían quien lo había matado
Hubo una declaración solo una.
Se inició
el proceso de investigación en ese día, del mismo mes y año.
Pasaron
infinidad de hojas en el calendario y todos se llevaron en sus cuerpos las
historias y el despuntar del alba con los salarios por su trabajo silencioso, y
sus investigaciones calladas, las pensiones como premio de constancia, se
removieron funcionario y hubo hasta quienes se declararon impedíos.
Un día el
encargado de arrancarle la hoja al calendario en que se señalaba el tiempo de
la investigación no lo hizo.
-Hubo fallo. Dice el pueblo, la
autoridad se pronunció, y se leyó: es imposible que un ciego pueda haber
matado, la declaración estuvo mal tomada, lamentablemente hay una nulidad y es
bueno volver a empezar.
Que es una nulidad decían los unos con
los otros… una voz silenciosa dijo; -Algo se hizo mal y hay que corregirlo para
que haya justicia. -Ah dijeron todos, mirándose sus ojos los unos con los
otros.
Entonces… hay que volver a repetirlo
todo y volver a citarla, pero dijo alguien, Ella ahora estaba enferma y tenía Alzheimer, su memoria se había refundido en la vegetación de las
montañas y sus ríos.
Pero dijo el vocero del juzgado… era la única que había escuchado y lo sabía
todo.
Se volvió a leer después de otros
tantos años.
Archivado por falta de pruebas.