CUENTO POEMA
Me
despido dijo Ella mirando hacia la puerta.
Hay mucho
cansancio en las despedidas
y
arrastraba entre sus piernas todos los días de la semana
menos el
domingo porque era el del descanso.
Que extraño
dijo la patrona llena de templos y joyas,
en su
cuerpo construido con la pobreza, la infidelidad
y el
abandono de su padre hombre de novela y mentiras,
quien jugaba
a desvestir otras mujeres.
Es así que
el poder escavando en su miseria
resolvió
descontar el sábado
del
calendario y los demás días y así se quedar a paz y salvo.
Insistía en
marcharse.
Había
resuelto irse mirando la puerta,
irse un día
en que el lunes fuera fiesta.
Pero al
tratar de encontrar el lunes en el almanaque
no
conseguía detener el encuentro de las noches y los días
frente al
tiempo que se registraba en el calendario.
El
periódico anunciaba noticias y relatos que despeinaban
sus esperanzas,
no encontraba nunca la fecha ni el día.
Tenía Ella,
la que se quería ir, un pelo negro
hecho de
trenzas con soles y arena sobre su cabeza
y un color
blanco oscuro en toda su piel que despedía
ese olor de
los santuarios que se queda en el recuerdo.
Su cuerpo
le dolía y
Ella se
había envejecido en el patio de atrás de la casa,
permanecía
en su espacio de desiertos y oasis
y
sus hijos,
los de la patrona, la ladrona del calendario,
crecían y
crecían encadenándole los sueños,
volviéndose
secuestrada de los caudillos de la ciudad.
Su cuerpo
era el centro histórico de la familia
y en medio
del remolino de las caravanas de las
noches y
sus fantasías
llego el día
en que no se le necesitaba.
Fue
entonces cuando todo parece haber terminado.
En esa época de escabación,
En esa época de escabación,
cuando lavaba, planchaba, tendía camas, barría,
cocinaba,
arreglaba escaparates y libros de fantasía
y;
y;
comía con
miedo, no mucha carne, no mucho atún, no mucho salmón.
En una tumba sin guardias con ventanales y cultos
al viento y frió de los amaneceres,
al viento y frió de los amaneceres,
y a sabiendas que en el recinto sagrado todo
era demasiado caro y vació, encontró las hojas
era demasiado caro y vació, encontró las hojas
del
calendario en el armario de la patrona con cuerpo de mercader.
Y fue
entonces cuando ya no se despidió sino que se fue
al fértil terreno de sus sueños.
al fértil terreno de sus sueños.
Había
resuelto irse y abrió la puerta,
ese día,
sin mirar el calendario que había colgado a la
entrada de
la casa en un día de fiesta pagana.