lunes, 24 de diciembre de 2018

POR UNA NOCHE

¿TE QUEDAS?
El siempre hacia parecer que no  se detenía en Ella en cada encuentro.
Y Ella calladamente le decía con sus manos al despedirse:
Te quedas a tomar un café y un pastel de chocolate.
Te quedas, y me permites sentir tu silencio mirando el paisaje de tu piel.
Te quedas, y oigo tus  lágrimas y las memorias de la residencia de tu cuerpo.
Te quedas a charlar y preparamos una deliciosa tortilla de esas que te gustan.
Te quedas y caminamos por ese viejo camino que  nos  lleva a las viejas casas de la ciudad.
Te quedas, hoy siento, que tienes ese olor que arropaba la tarde que mis ojos te vieron  al  romperse  el cristal que sin conocernos hacia la division.
Te quedas, y puedo aprender a deleitarme con el sonido apacible de tus recuerdos.
Te quedas, y es posible que por mera casualidad vayamos al cine en la noche.
Se escondió su serenidad en su batalla y el eco del palpitar de su corazón
le toco con sus gotas de sudor en la piel y volví a repetirle en su mutismo:
Te quedas, le dijo con los labios secos como si nunca lo hubiera visto.
Te quedas le dijo y cruzo sus piernas como queriendo atrapar las sombras de su cuerpo.
Te quedas le dijo acariciando la barbilla con extrema lentitud.
Te quedas le dijo haciéndole tantas preguntas sin respuestas que de la nada su rostro sonrió asustada.
Te quedas le dijo insistiendo en lo importante que es la charla del conferencista.
El, le miro sus labios secos, y le musito delicadamente al oído,
leyendo sus suplicas y sin soltase de la despedida,
la tomo del brazo y su rostro le sonrió escuchando con atención su voz perdida y entre cortada en el borde de sus ojos.
Otro día sera. Y desato sus manos cálidamente.

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