domingo, 25 de agosto de 2019

ARCILLA Y MOLDE


CONFESION
La habían condenado a muerte.
La razón. Una historia de amor, de esas que todos hemos visto en misión imposible o en el agente 007. Cotidiana hasta decir no más.
Él un hombre extraordinario, tan diferente a todos los que había conocido hasta ese instante que debí sospechar de Él y de su manera de amarme. Pero no lo hice.
Lo había aprendido y lo repetían y lo replicaba yo en todo momento de cada capacitación del entrenamiento. El silencio debía ser absoluto, no se podía contar, ni hacer comentarios con nadie, a nadie y cuando digo a nadie eso incluye prohibido hasta soñarlos.
Pero perdí la razón, todo lo olvidaba cuando me encontraba desnuda entre sus ojos y me tropezaba con sus labios y esa frase de todos los días. Amor cuéntame cómo te fue y sus manos acariciaban mi vestido dejándolo caer tan despacio que no descifre el rompecabezas del peligro.
Yo, pertenecía al grupo de inteligencia de mi país, era el jefe, nadie más manejaba la información, solo yo. Yo, lo sabía todo con el presidente de la república.
 -Entonces, porque eres la culpable, si hay otro con la información.
- Muy sencillo, porque yo era la única que tenía relaciones amorosas con un espía y lo verdaderamente estúpido era que yo, contaba todo, entiende, todo, sin el más mínimo esfuerzo, su única presión eran sus besos, sus caricias, esa manera de vestirme con su cuerpo...

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