MAÑANA
Pertenezco a la figura
autobiográfica
de un libreto envejecido en el anonimato
y la clandestinidad.
y la clandestinidad.
Desapareció el dialogo de los cuerpos en aguas profundas,
y la lencería en línea, exclusiva
para mayores de edad
con sabor a frambuesa.
Y
yo permanecía allí, siempre, decida a irme al día siguiente.
Arrastrando mi mirada hasta las postales a través del espejo,
encontré que se engordo, entrelazando los tiempos de ser papá,
uniendo con la hilaza lamentos y alegrias de nuestros hijos.
uniendo con la hilaza lamentos y alegrias de nuestros hijos.
Compro carro de lujo y fue elegido gerente
de una empresa de algodón y empaque sin marca,
con cerrajero en las noches,
sin costos adicionales y en total reserva.
sin costos adicionales y en total reserva.
Se olvidó de mis senos, de mis caderas, de mi piel
y los atrevidos baby dool y tangas quedaron dormida en
mi desnudez de vestido de noche y bragas.
Estaba amordazada por el dolor de
caricatura,
y mi cuerpo de noticia sin lector se acostumbró a los lamentos.
Lo ascendieron más y más, gano más dinero,
hubo nueva casa de plastilina y
bodega de vino.
Toboganes acuáticos, un cuarto de entretenimiento.
Y yo permanecia allí.
Y yo permanecia allí.
Había censura en las noches de sexo en ese
recorrido de caricias de espacio público sin autorización
en la entrepierna para el escándalo.
Crecieron los niños entre carcajadas y ventanales.
Pero yo continuaba allí
siempre decidida a irme al día
siguiente.
Desvestí muchas noches
con mi cuerpo muerto de caricias y duendes.
Y no deje dormir infinidad de noches
para despertar entre sus fantasía y sus sueños.
Tuve amantes de televisión e internet,
además de fantasmas, súper héroes y cartas astrales.
Y los niños se tornaron esposos y ahora soy abuela
entre lujos, abrazos y viajes al mar,
miedos y floreros con rosas, azucenas
y los indispensables girasoles y margaritas.
Pero yo persistí en estar allí
siempre, decidida a irme al día
siguiente.
Siempre hubo postales de navidad cena y vacaciones.
y hoy, continúa habiendo encuentros familiares
entre risas y carcajadas que volvían a crecer.
Y me quede a vivir un día más entre
fuentes y miradores,
pensando en cómo y cuando
debo dar por terminada la cronología de despedidas.
Recosté mi cuerpo bohemio en la penumbra
de madrugada, sobre los pisos de
madera de ébano.
Y deje todo para mañana.