martes, 30 de junio de 2009

ARCILLA Y MOLDE

ENTRE SOMBRAS
Ella había leído folletos, libros, artículos, escuchado entrevistas, todo sobre el amor. Estaba convencida sin la menor duda de amarlo, y amar todo, absolutamente todo, especialmente a Él, lo aceptaba así,  un ser ajeno a sus sueños, pasiones, asustadizo y lleno de caricias compradas, jamás desde su matrimonio le había sido fiel, sin embargo lo consideraba terriblemente hermoso. No se permitía verlo de manera diferente. Eran independientes, libres y por propia decisión  había resuelto ojeando sus recuerdos, un día mirándose desnuda al espejo, no volver a celebrar este acontecimiento.
Habían transcurrido tantos, tantos años que su piel caminaba envejecida: su pelo era absolutamente blanco, su cuerpo estaba jorobado, y la altura se encogía perdiendo la gallardía de los veinte años, la hermosura de sus ojos azules ahora ocupados por unos lentes espesos y pesados... ¿Pero qué paso esa mañana? no lo sabía, todo había cambiado, estaba derecha, sin canas, ni arrugas, ni caja dental, todo era absolutamente diferente ahora era más hermosa que nunca, entonces recordó al mirarse al espejo. Él había muerto.

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