DESPEDIDA
La pobreza le había prohibido ese espacio
donde se pierde la lucidez.
Ella no quería irse.
A Ella no se le admitían los privilegio de la
locura.
Pertenecía a un sanatorio de archivos
e historia clínicas de las postergaciones de
urgencias.
La poseían sueños ausentes
y tiempo divididos
en las voces ajenas a piezas de hotel
que la tenía atrapada.
Ellas, jamás dejaron de perseguirla y
habitarla.
Y guardaba silencio.
Había horas pegadas a la luz diurna
y rompecabezas de ojos alegres,
...Ella, pertenece al horario del verano.
No es indispensable despertarla,
sus mañanas son oscuras y las noches
son más claras.
Estoy despierta
volvió a decirlo, no duermo.
Escucho sus voces.
Los escucho, los veo se acercan y se alejan.
Hoy
las tardes caminan y se arrastran
con el peso de las altas temperaturas.
Sonreían sus labios al decirlo, y
callo.
Ella cargaba esa tarde el viento del verano;
lo repetía, en la soledad de las figuras que
la miraban
con obsesión.
Estaba cansada de los abrazos de visitas
de hospital y calores
clamando desnudaran a la nube sus aguas
de invierno.
La pobreza le haba prohibido ese espacio
donde se pierde la lucidez.
Es por eso que delira.
Ella, estaba
desvestida de pesadas prendas,
era ligera cono el polvo,
cálida, y de colores cono los amaneceres.
Todo se detuvo
y Ella, entonces empezó a jugar
entre lo húmedo y lo seco,
con las gotas de
agua que se asomaban sin caer
y
hablaba con las sombras
que solo le pertenecían... Todo era una
fiesta
ajena al mundo que la acosaba,
que bifurcaba las regiones de su tierra
atrapada en el
equinoccio de su primavera,
y ciudades de comedia
que ahitaban su imaginación con murmuraciones
ajenas
a su cuerpo de sanatorio psiquiátrico.
La despertaron, mientras la tierra
se movía de estación,
y...Entonces en la clasificación de la locura
debían hospitalizarla,
aunque
no tenía el privilegio de mirar la locura
sino a través de los artículos médicos.
Un sanatorio de archivos e historia clínicas
la reclamaban.
Decían sus voces en su silencio que había sueños
ausentes
y tiempo divididos de delirio y demencia,
frases que las voces ajenas a Ella le repetían
cuando abrió la ventana y se sintió pájaro.