Hay adióses que le sobreviven:
los susurros, y la mágica melancolía
de los recuerdos de sol y lluvia,
los amores de periódico,
las historias de novela,
y los amores de dramaturgia.
Hay adióses
a los cuales asombra el agua en la
luna y sus paginas repetidas.
Hay adióses
gestores de huellas abandonadas,
de tristezas con amnesia
perforando el rostro del alma.
Hay adióses, peregrinos,
anidados en la sonrisa
de olas de agua salada;
son adióses atrapados
en la aguja e hilo de hilvanar,
rompiendo la cuerda
de la costura de la vida.
Hay adióses de galería y
de fotos en lienzo.
Y finalmente hay esos adióses
en los que
el corazón se confunde,
se agota y ya no quiere decidir,
entonces la tristeza se hace
eterna, deambula,
y renace tu mirada, tu caminar y mi casa.
Si, los adióses de pintura al oleo,
de fabrica de recuerdos,
de la vida y de la muerte, si,
esos adióses de frases
y colores primarios.
si, los adióses
son como los ríos y los mares.
Si, los adióses
me permiten mirarte
y dejarte ir.
Los adióses pertenecen
a la lluvia y los andenes,
a los abrazos
y a la silueta del tiempo.
Si, los adióses nos pertenecen a todos.
Hay días y momentos
en que hay que recuperar los sueños
y aceptar las despedidas,
si, hoy te digo.... hay días especiales
para dar paso al olvido,
para los adióses
y para dejar de amarte.
