miércoles, 21 de agosto de 2019

ARCILLA Y MOLDE

2 de mayo del 2002
Él era ahora presidente.
Había ordenador archivar un expediente, cuando vio a su madre muerta a la entrada de su habitación con sus ojos negros arrebatándole al tiempo el pasado hasta presentárselo como en una pantalla...¿Lo recuerdas hijo? le dijo con un tono pausado pero envuelto en imágenes.
Parecía que en esa mañana todo el pueblo jugaba a las escondidas o a ladrones y policías.
Los niños tenían esa alegría que los hace niños, jugaban al gato y al ratón y en el parque el ruido de los fusiles y pipetas de gas no advertían la invasión cuando se les interrumpió la diversión y se arrinconaron en la iglesia del pueblo.  ¿Lo recuerda?  
Nos convertimos en noticia después de los años.
Olvido usted esos momentos de celebración cuando leía en un periódico de la ciudad que más de 336 muertos había sido el resultado del enfrentamiento entre guerrilla y paramilitares, rememorando esos episodios borrados del calendario de la memoria de la justicia social. En medio del plátano y pescado fresco y panes y avena para el desayuno ese día se habían encontrado con lo insospechado de  la muerte sus habitantes…
¿Lo ha olvidado?
- A olvidado al niño que llego gritando: mamá, mamá, aparecíamos en una revista de lujo y hay fotos de exposición y ganadores que cuentan lo que vivimos.
-En ese instante lo  mire con mis oídos apagados por el dolor, repleta de la memoria de nuestra comunidad y de esa congoja de celebraciones, conmemoraciones, frases y promesas que aún no llegaban. Lo  bese y lo abrace con un montón de lágrimas en el corazón y le dije. -Si hijo,  cada año celebran en este país la impunidad que no deja de repetirse. ¿Lo ha olvidado…?
Y entonces usted continúo viendo jugar a los niños a la carbonerita y me dijo: cuando yo sea presidente todo va a ser diferente. ¡Hijo lo la olvidado!

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