2 de mayo del 2002
Él
era ahora presidente.
Había
ordenador archivar un expediente, cuando vio a su madre muerta a la entrada de
su habitación con sus ojos negros arrebatándole al tiempo el pasado hasta
presentárselo como en una pantalla...¿Lo recuerdas hijo? le dijo con un tono
pausado pero envuelto en imágenes.
Parecía
que en esa mañana todo el pueblo jugaba a las escondidas o a ladrones y
policías.
Los
niños tenían esa alegría que los hace niños, jugaban al
gato y al ratón y en el parque el ruido de los fusiles y pipetas de gas no
advertían la invasión cuando se les interrumpió la diversión y se
arrinconaron en la iglesia del pueblo. ¿Lo recuerda?
Nos
convertimos en noticia después de los años.
Olvido
usted esos momentos de celebración cuando leía en un periódico de la ciudad que
más de 336 muertos había sido el resultado del enfrentamiento entre guerrilla y
paramilitares, rememorando esos episodios borrados del calendario de la memoria
de la justicia social. En medio del plátano y pescado fresco y panes y avena
para el desayuno ese día se habían encontrado con lo insospechado de la
muerte sus habitantes…
¿Lo
ha olvidado?
-
A olvidado al niño que llego gritando: mamá, mamá, aparecíamos en una revista
de lujo y hay fotos de exposición y ganadores que cuentan lo que vivimos.
-En
ese instante lo mire con mis oídos
apagados por el dolor, repleta de la memoria de nuestra comunidad y de esa
congoja de celebraciones, conmemoraciones, frases y promesas que aún no
llegaban. Lo bese y lo abrace con un
montón de lágrimas en el corazón y le dije. -Si hijo, cada año celebran
en este país la impunidad que no deja de repetirse. ¿Lo ha olvidado…?
Y
entonces usted continúo viendo jugar a los niños a la carbonerita y me dijo: cuando
yo sea presidente todo va a ser diferente. ¡Hijo lo la olvidado!