sábado, 15 de diciembre de 2018

POR UNA NOCHE

LOS ENCUENTROS
No la ha visto y Ella lo sabe.
Dejo dibujar una sonrisa intranquila.
Se miro con sus manos desnudas el cabello y
sintió que estaba hecha todo un desastre.
Estaba paralizada, el corazón  acelerado
y todo en Ella reflejaba una extrema palidez.
En tanto  las notas del violín dejaban cincelado en  el aire, la algarabía
que se entregaba a la danza de las notas musicales,
Ellas estaban acariciadas por un frió cálido
que despoblaba las sombras de su oscuridad y,
se dejaban escurrir silenciosas en la piel.
Ella aun no entendía.
Y allí, en medio de la multitud estaba El.
El, no era un recuerdo, no era una alucinación,
era su refugio,y un encuentro sin cita.
Y lo vio detenido en el espejo que le copiaba en ese mismo instante
en que sus ojos deabulaban su cuerpo.
No había buscado la mejor indumentaria  y su cara se maquillaba
de colores y trazaban sus labios el deseo de besarlo.
Se lamentaba de no haber pasado tiempo sin fin frente al espejo.
Se lamentaba de no haber agotado el tiempo
buscando que lucir en esta noche.
Era un día de ratones, carruajes y hadas madrinas, en concierto.
Todos entraban, salían, entregaban sus boletas,
se sentían las voces dando paso
y el frió era insoportable.
Era un momento para una tacita de café,
hacia parte de los deseos
en esa noche, al igual que el apetito por abrazarlo,
correr como una desesperada
y decirle: Aquí estoy...Y nada, nada pasa.
Siguio quieta pegada al suelo,
temblando de pies a cabeza, sudan las manos
y se siente como crece el frió en la sangre,
no  puede respirar, se ahoga, y nada pasa.
El sigue allí quieto,esperando.
Y Ella allí igual que El, esperando.
Hubo en un segundo una oleada de cuerpos, brazos manos y voces.
Y ya no lo volvió a encontrar.

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