lunes, 26 de agosto de 2019

CONTRA EL MURO

EUFENISMO
El periódico de la noche
anunciaba que era un día lunes del mes de mayo.
Nadie sabía quién era  decían las voces.
Dicen que lo hallaron en las cantinas y las calles.
Dicen que Ella acostumbraba caminar durante las noches sin estrellas.
Dicen que a esos niños y niñas eran el trabajo urgente y silencioso.
Dicen que los hombres y mujeres los abandonaron por viejos.
Dicen que eran homosexuales y que todo estaba planeado.

Y aclaran las voces enmudecidas por el hastío.

Que era un ser humano de tienda,
un hombre alfarero,
una mujer de todos los colores pariendo entre sabanas ajenas,
 una niña y niño trabajando en medio de la gente.
Un olvidado que creció volviéndose joven de arete y miedos en el alma,
una muestra de asfixia y cansancio en  calles urbanas
y un  pasajero de sus calles rurales.

Y por casualidad

Se miraron los unos con los otros y reconocieron
en su casa, su hogar, su cuerpo un lugar sin límites
en medio de la tierra y el barro que se unta de miseria.
Igual que aquellos del periódico
no les queda en el bolsillo sino el cansancio de la tierra trabajada,
la búsqueda de trabajo y las monedas del salario que no
rinde cuentas a la canasta tejida de manos de familia y habitaciones.

Dicen

Había epidemia en el barrio donde vivía,
las escuelas, los centros de salud, los medicamentos,
la comida, todo  había entrado en coma.
Las estadísticas señalaban  un casino de apuestas
donde sin razón alguna no se trabajaba con el justo salario,
donde una queja se olvidaba en un buzón,
donde las necesidades eran palabras de desahucio. 
Donde olvidando el lápiz y el papel  se aprende
a morir en la ignorancia.

Era necesario olvidar las panzas llenas de hambre y llanto,
Era necesario olvidar los tejidos inundados de goteras
y las mesas repletas de ausencia de comida.
Indispensable era dejar  de lado la escuela y al profesor.
Nadie cruzaba la calle, había un miedo de propaganda
que huele a subversión.

No había hombres eran mendigos.

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