jueves, 29 de agosto de 2019

BAMBALINAS


YO
Hay tantas mujeres como yo, que creo me repito continuamente.
Las miro sobre el tablero de ajedrez una a una,
y me siento tan igual, nada distinta.
Soy más que semejante, siento que lo desigual es solo
una palabra de ocasión y oportunidad.
Y pasan esos días cotidianos almacenados en mi piel.
Y me miro entre bambalinas en el espejo
y continúo siendo tan exacta a las mujeres
de revistas,
a las mujeres sin edad de las oficinas,
a las estudiantes empobrecidas por la rapiña de la belleza,
a las que se pierden debajo de los puentes,
o se embriagan en una cantina por amor.
No puedo creerlo que soy tan parecida, tan sinónimo.
No puedo creerlo, tanto así,  que cuando quiero encontrarme miro
a cualquiera de Ellas:
en la plaza de mercado, recogiendo café,
o amamantando niños trasnochadas de cansancio,
o en la fila del banco, en la política o las bibliotecas,
o allá sentada frente a un café, o en la sala de belleza
y que horror, no encuentro ese punto mágico de la diferencia.
Entonces tomo un labial rojo y encuentro que no hay oposición
solo por un segundo,
porque al salir al mundo de los espejos,
me aproximo  a la vendedora de la esquina y los  ha pintado de rojo.
Y pienso con despecho, pero es solo Ella
y debe ser solo por hoy.
Entonces camino y me saluda Ella la profesora
de todos los años y
recuerdo cuando vi sus labios que son rojos, siempre rojos.
Bueno, entonces cambio el color como lo hacer el arco iris
o el camaleón, o el artista  y los pulpos.
Ha sorpresa, aparecieron otras tantas con esos camuflajes.
He decido entonces no pintarlos,
es imposible que haya mujeres que no se maquillen los labios.
Imposible me digo y de repente me saluda
Si, Ella la mujer del carnicero y para mi
sorpresa no lleva labial para humedecer su hastió.
Y como en ese viejo papel fotográfico te revelas para mi sorpresa,
y mi cuerpo de alcoba se acalora, mis manos sudan,
y reconozco tu cuerpo cuando se vuelve rayado,
y mi vestido de todos los colores y estilos igual a de todas ellas,
resbala entre tus piernas y las mías
y
es  cuando encuentro la diferente.

CONTRA EL MURO


LA COSECHA
Hay momentos
en las calles rurales de mi ciudad
en que las palabras han madurado y  juegan a engañar,
a mentir y finalmente a besar en línea recta.

Todo son  tiempos especializados de recolección.

Si, se besan siembra de semillas con abrazos indeseables a sus hijos,
a su esposa y al perro.
Se gesta entre palabras ortográficas y mala ortografía
los saludos prevenidos del  vecino
y del mendigo  que nos invita con su mano temblorosa a la huida  del desencuentro.
Las palabras tienen diferentes disfraces en labios diferentes.

Hay diseños de tiempos ahuecados para la recolección.

Bocas ocupadas en cantinas y burdeles con rostros diferentes
a aquellos, los de antes.
Diferente es la palabra de moda de una habitación a otra.
Diferente mi abuela, de mi mamá y de nuestros hijos.
Diferente los días del ayer, a los de hoy y su música,
sin dejar de morder el sin sabor de un mañana,
sin besos desasiéndose
entre las caricias de cerrojo y callejones angostos.
Diferente tus ojos de ayer
cuando se incrustaban en mi vientre,
a los de hoy ,muertos y olvidados.

Mañana, epilogo de frases en la indigencia y la penuria.

Habremos los dos, perdió la visión del encuentro.
El rose apasionado del  calor de las pieles oliendo a deseo
entre el ruido y los alaridos de la piel.

Hoy tiempos de recolección y escasez.

Recogemos desechos de una cosecha  de sonrisas divididas,
Llantos que germinan entre páginas de diccionario y su significado.
Hay siembra y embalaje de instantes que se prolongan en mis poblados
y  todo se reproduce con un bis de aprobación.
Andamos con los bordes del vestido hilvanando
entrevistas y sombras de infinidad de aromas
en tiempos de cosecha,
exportación e importación.

Seguidores