miércoles, 5 de enero de 2011

INVERNADERO

DECISIONES
Si supiera porque me gustan
tus esquinas y pórticos
lo diría.
Si te hubiera encontrado
antes de este atardecer
no te hubiera reinventado,
te hubiera zurcido en mi bolsillo
y  te hubiera llevado a casa como
lo hago ahora que te he
encontrado sentado en la mesa
del café.
Si pudiera dar cuenta de los momentos
que te vi entre bambalinas
por vez primera,
daría gracias a los dioces.
Solo se que me gustan
tus esquinas, tus ángulos
y tus arista,
ha sabiendas que mi cuerpo de pizarra
y damas chinas,
de días y calendario,
reposan a la sombra de los abedules.
Si supiera porque
me gustan tus pórticos y tus esquinas
lo diría, solo se que
estas en el punto exacto,
a la entrada de mis espacios en blanco,
ocupando los renglones de mi vida.
Desde hoy, te he dejado entrar
 y estas aquí, quieto, enmudecido
por mi piel de dicicionario, resguardado
de la briza y los abismos.
Ahora, estoy sentada
muy junto a tus piernas y a mis manos,
muy cerca del borde de tu piel,
estoy precisamente en el punto
exacto de tus angulos y esquinas,
 a la salida y  entrada de tus ojos
y a la sombra de los
besos que no me pertenecen.
Que bueno deletrear
tu sabor con mi presencia
de madrugada y
la sonrisa de la espera.
Si me hubiera dado cuenta
cuando lo vi por vez primera,
jamas serias
parte de las hojas del viejo
ábaco del niño de escuela.
Pero en fin, día a día renuevo la taza blanca
de café y saboreo
las lunas y calendarios
donde siempre te veo.
He decidido amarte entre arenas y desiertos,
líquenes y paramos, flores y primaveras,
pinturas y pintores,
sentada, abrazada a tu piel de madrugada.
Ahora, en este instante
cuando el cansancio me volvió a pertenecer,
he decidido amarte en este taller de alfarería.

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