miércoles, 18 de septiembre de 2019

ARCILLA Y MOLDE


LAS ESQUINAS
Eran cuatro las esquinas siempre repletas de gente.
Era el medio día y todos corrían como perseguidos con su caminar apresurado cuando sentí su mano muy junto a mi caderas y sus labios rosándome el oído. Lo mire y le dije-¿es un atraco? -si le parece, es un atraco.
-No pase por favor, y subió sus manos hasta mis hombros y desvistió mi mirada con esa voz que atravesó mi sexo dejándome paralizada con su invitación.
No lo conozco respondí. Yo tampoco, pero usted tiene ese color de senos y una deliciosa cadera incrustada en su cuerpo que la hace sencillamente excitante. La sigo hace tres cuadras y un sin número de meses.
Algo extraño me sucedió. No podía moverme, la respiración se hizo mucho más acelerada y sus labios comenzaron a rosar mis hombros hasta llegar a mis labios, ya ansiosos de ser besados.
Empezaron a caer pequeñas gotas de agua que inundaron mi camisa de seda blanca dejando mi piel desnuda entre sus manos y mi sexo ardiendo de calor en medio de la lluvia que se apodero de toda mi ropa al igual que su cuerpo.
Llovió y llovió hasta cuando sus besos se desprendieron de mis senos y se despidió con un nos vemos mañana a la misma hora, si le parece.

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